Vicente Huidobro, “Famoso poeta chileno” (la frase es del cineasta Luis Buñuel), nació en Santiago de Chile, en 1893, y falleció en Cartagena, a causa de una hemorragia cerebral, en 1948. Está escrito en su túmulo: “Aquí yace el poeta Vicente Huidobro / Abran la tumba / Desde el fondo de la tumba se ve el mar.” Y Chile es un país de prodigiosos poetas como Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra y Gonzalo Rojas. Y el teórico del creacionismo, entre los creyentes de la secta de la mejor poesía, se destaca de todos por el radicalismo con el cual persiguió lo nuevo, lo insólito, guardando la terrible soledad de un inventor que se encaminó hacia lo desconocido. Seguro de que “el poeta es un pequeño dios”, él intentó generar el mundo a su imagen. Es verdad que, descendiente de familia próspera, se adueñó de la experiencia europea, entre París, España, Nueva York, donde trazó gran parte de la geografía de su vida. Volvió a vivir en Chile sólo después de la II Guerra. Crítico de cine, crítico literario, amigo de Picasso, Apollinaire, Cocteau, Reverdy y otros, el “antipoeta y mago” ha sido principalmente un ser cosmopolita, mejor dicho, alguien que respiró el clima de todos los vanguardismos, desde el surrealismo, el cubismo, el babelismo y otros -ismos que se propagaron por las artes. Y respecto al creacionismo huidobriano, hay que registrar el pensamiento de su compañero de generación, Ramón Xirau: “Si el poeta era el imitador de la naturaleza, él será a partir de ahora el creador de realidades nuevas [...] Altazor alucinada lucidez de un visionario sin objeto de visión.” Era esa la reacción de un universo independiente de símbolos y signos, una naturaleza salvaje en la floresta de la lengua, objetivo muy ambicioso de Vicente Huidobro. En el campo estético no importa mucho lo que soñó, sino lo que alcanzó. Antonio Riserio en un ejemplar estudio señaló: “Antes de denunciar un rasgo aristocrático, como Xirau, me parece más interesante observar que Huidobro busca la afirmación de un rasgo distintivo esencial del lenguaje poético. En su caso, el alejamiento frente al discurso cotidiano. Si él defendía la autonomía del mundo poético, no sería nada más coherente que intentara definir la especificidad del poema en cuanto objeto de lenguaje – la autonomía de lo poético, como si exigiera una configuración lingüística peculiar, un proceso especial y específico de construcción de signos, una semiótica propia.”
PABLO DIAS
Esperamos comentarios Pablo. Faltó la bibliografía. Leiliane
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